




LECCIONES DE NADA Y VUELO
Luz María Bedoya
Edición de 50 ejemplares firmados y numerados
156 páginas.
29.7 x 19.3 cm.
En este libro se utilizan gráficos y textos técnicos relativos a la hidrografía, a la medición del viento y a la meteorología, los que a través de intervenciones y modificaciones de contexto multiplican sus sentidos. Está compuesto por tres lecciones. El proceso de trabajo se inició por la tercera de ellas:
Tercera
Hace unos años hallé un documento técnico preparado por una entidad pública peruana que registraba con precisión verbal y numérica las características hidrográficas del litoral peruano. En él encontré la descripción de 33 áreas destinadas a uso portuario en la costa, cuya lectura se convertía en un recorrido mental por el litoral. Me interesó el hecho de que un material escrito con afanes técnicos tuviese también y sin proponérselo, una posible dimensión poética. Decidí retirar todos los nombres propios y hacer algunas modificaciones gramaticales en el documento original con la intención de abrir un campo paradójico: entregar un texto de una inmensa precisión descriptiva para dibujar mentalmente una geografía lo más exacta posible, pero que no es localizada sino potencialmente genérica. Y distribuí el texto como párrafos que se suceden en las páginas con distinta frecuencia y longitud, intentando hacer eco de un pasaje de olas.
Primera
La primera lección se origina en la “Escala de Beaufort”, una escala para medir la intensidad del viento propuesta por Sir Francis Beaufort alrededor de 1,800. Esta es una escala gráfica y numérica con una correspondencia en nudos náuticos y breves anotaciones verbales sobre la manifestación del viento en las formas de comportamiento del mar y sus efectos en la Tierra.
También en esta lección trabajé con la descontextualización y redistribución de un material existente de uso técnico de navegación. Trasladé los 12 niveles de la escala a las páginas de la Primera lección reconfigurando la ubicación de los datos, y conservé solo algunas frases que sin mencionar el mar ni el viento refieren a sus efectos en otros soportes, o se expresan de modos animistas o visuales (“el humo se inclina”, “causa algunos desperfectos”, “se elevan los papeles”, “rizos como escamas de pescado”, etc.).
Segunda
Buscaba cómo acompañar la Tercera lección (enteramente narrativa) y la Primera lección (apenas gráfica) con una mayor presencia visual que potenciara los contenidos del libro. Opté por trabajar con símbolos meteorológicos, gráficos codificados como una suerte de jeroglíficos del clima. Una vez estudiados los códigos decidí agruparlos de maneras que pudiesen señalar un clima posible y los distribuí en las páginas en base a ritmos y tensiones de los dibujos lineales sobre el papel. Pensé que si alguien quisiera algún día descifrarlos podría hacerlo acudiendo a cualquier base de datos sobre símbolos meteorológicos, pero quise mantenerlos en el libro sin su correspondiente traducción, para que quedasen suspendidos en un punto parecido al de las otras dos lecciones: hay en ellas algo fáctico, algo posible, algo técnico; y también mantienen una apertura no didáctica ni referencial.
El libro termina con dos piezas que considero como codas: una fotografía que registra a un niño suspendido en el aire sobre una piscina durante algún verano de la década del 50 que tomé de mi archivo familiar, y un colofón que en lugar de datos editoriales contiene algunos datos sobre el clima de la fecha de publicación.